Un verano más ha finalizado. Ha sido un verano muy caluroso, el segundo más caluroso de la historia según los medios. Hemos llegado a 46º. Nuestros hermosos caballos, gran atractivo turístico de Sevilla, han estado trabajando todos los días sin tener en cuenta las temperaturas, ni contemplado un descanso en su jornada en las horas de más calor. Las paradas oficiales para coches de caballo no están dotadas de sombra, excepto la que ofrecen los amables árboles, que los los cocheros van buscando para cobijarse del implacable sol que nos azota durante los meses de verano, incluso también en los comienzos del otoño. Estos bellos seres sienten y padecen las temperaturas igual que los seres humanos. También sienten el gran esfuerzo que deben hacer para poder tirar de los carruajes cargados con personas, bajo el calor del sol a 46º, que sin duda, no es el mismo que con una temperatura algo más fresca. Tampoco se presta atención al número de personas que suben a los carruajes, a veces sobrecar
Sevilla con alma, luz y amor.